No lo sabes, es sencillamente eso. Aún no has sentido el calor de una lágrima al resbalar, ni la frialdad que es capaz de transmitir una sonrisa.
No te has reído del dolor acurrucada entre las sábanas, ni has gritado un te quiero inoportuno. No has guardado secretos inconfesables, ni has creado mentiras que sirven de airbag.
No sabes como gritan los valientes, ni que es eso que callan frente al paredón. No has escuchado esa canción que sin saberlo esta compuesta para tí. No has perdido los estribos, no has saltado al vacío y ni siquiera te has atrevido a ser realmente tú.
Todavía sigues empeñada en demostrar esa teoría absurda de que con una copa en la mano eres la hija del diablo, negandote a admitir que lo que realmente te ocurre es que tienes demasiado miedo como para traspasar el limbo.
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